En una sociedad que está en constante cambio, las empresas deben ser capaces de transformarse y reorientar su estrategia con el paso del tiempo. Solo podrán desarrollarse sin limitaciones si innovan y si permiten que cada individuo expreses su creatividad. La creatividad y la innovación se valoran cada vez más en las estrategias corporativas. Estos dos conceptos, aunque son diferentes, están estrechamente vinculados. Funciones clave, como la gestión o la contratación significa que pueden estimularse y convertirse en motores de la eficiencia en las empresas.
La creatividad es una capacidad humana intuitiva. Aunque se asocia a menudo con el arte, está presente en todos los ámbitos. Se vincula a la imaginación y la capacidad de pensar diferente. En el sector empresarial, la creatividad es la capacidad individual o colectiva de cooperar para crear nuevos conceptos, transcendiendo los hábitos de la empresa. Por lo tanto, los empleados deben tener la posibilidad de cuestionar determinados códigos de la empresa.
La innovación también consiste en ir más allá de los límites, pero generando beneficios tangibles y encontrando soluciones concretas. Es un proceso que añade valor a la empresa. Este concepto se aplica a todo tipo de ámbitos que tienen algo en común: la empresa busca una mejora significativa con respecto a algo que ya existía; su desarrollo es prioritario.
La Organización de las Naciones Unidas valora la creatividad y la innovación. Por ello, en 2017 creó el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación. Según la ONU, la creatividad y la innovación tienen el poder de “[…] dar un nuevo impulso al crecimiento económico y a la creación de puestos de trabajo”. Más allá del aspecto económico, la organización considera estos conceptos como soluciones a grandes problemas, como la pobreza, el hambre en el mundo o el cambio climático.
La creatividad origina ideas y conceptos abstractos que solo son producto de la imaginación, sin tener en cuenta sus aplicaciones. La innovación, sin embargo, es tangible y produce efectos externos positivos, ya que responde a una necesidad existente y, por tanto, implica la identificación de un problema concreto que hay que resolver. Por ejemplo, no todos los productos nuevos son una innovación. Para que se reconozca como tal sus consumidores deben obtener un nuevo beneficio.
Lo cierto es que la creatividad es el primer paso y el más indispensable del proceso de innovación. Para que la creatividad se convierta en innovación, la idea tiene que crecer sometiéndose a diferentes puntos de vista, los cuales pueden dividirse en tres enfoques diferentes que pueden contrastarse entre sí, ya sea mediante un think tank o un laboratorio de ideas:
La creatividad y la innovación desempeñan un papel esencial en la viabilidad de las empresas, que se encuentran constantemente ante cambios sociales a los que deben adaptarse, algunos de los cuales han transformado la forma de consumir por completo.
Por ejemplo, el consumo masificado, que permite a todo el mundo acceder a productos y servicios que antes eran exclusivos para un número muy reducido de personas, está cediendo poco a poco el paso a un consumo consciente y responsable. Los consumidores ahora se interesan tanto por la ética de los productos como por la de las empresas que los fabrican y sus socios.
Al mismo tiempo, la competencia aumenta en multitud de sectores, la tecnología introduce espectaculares innovaciones, los compromisos medioambientales establecen nuevas limitaciones y los presupuestos de las organizaciones deben hacer frente a la reciente inflación.
Para seguir siendo competitivas de cara a este escenario en constante cambio, las empresas deben innovar. Como demuestra este vídeo sobre la evolución de los procesos de compras, los responsables responden a este reto estableciendo relaciones sólidas con un grupo de proveedores estratégicos. Pero la creatividad y la innovación no sólo intervienen en el producto o servicio final, sino también en el rendimiento general. Son una de las claves para reducir costes optimizando los procesos y la organización interna o para mejorar el rendimiento de la RSE (Responsabilidad Social Empresarial).
¿Qué técnicas y funciones debe adoptar la empresa para “activar” la creatividad y generar innovación?
La gestión de la innovación y la creatividad permite a cada empleado desarrollar su propio espíritu creativo en un entorno de trabajo que fomenta la innovación. Las empresas pueden plantear este tipo de gestión de distintas maneras:
El design thinking es un proceso de innovación que utiliza la inspiración colectiva. Es un concepto que se ha transformado en varias ocasiones, pero el método más conocido es el proceso en 7 fases definido por el profesor Rolf Faste, el cual permite a las empresas desarrollar bienes y servicios que respondan a las necesidades de los usuarios a través del siguiente proceso:
La innovación se está convirtiendo en una parte cada vez más relevante del departamento de compras. De aquí a 2030 se habrá convertido en una de las competencias más destacadas del departamento, el cual debe ser capaz de innovar y de anticiparse a los acontecimientos creando una cartera de proveedores dispuestos a comprometerse en esta búsqueda de innovación.
Los compradores ocupan también un papel clave en el planteamiento de RSE de la empresa a través de la estrategia de compras sostenibles. Para poner en práctica esta estrategia, deben alentar a los proveedores a comprometerse con este planteamiento proponiendo nuevas soluciones (materiales alternativos, servicios circulares, modelos de negocio innovadores, etc.).
Por último, algunos procesos de compra pueden automatizarse a través de plataformas digitales (Procure-to-Pay, por ejemplo). Hoy día son tareas repetitivas que requieren mucho tiempo, pero en el futuro ayudarán a los compradores en sus previsiones y en la toma de decisiones estratégicas. Este sistema les permitirá dedicar su tiempo a tareas de mayor valor añadido.