En un mundo en el que la sostenibilidad y la eficiencia económica determinan las decisiones empresariales, entender el coste del ciclo de vida (CCV) de un producto se está convirtiendo en una necesidad, ya que comprende todos los costes asociados a un producto, desde su diseño hasta el final de su vida útil, pasando por su compra, uso y eliminación. Este planteamiento permite a las empresas evaluar con mayor precisión el impacto financiero y medioambiental de los equipos que eligen, favoreciendo así una gestión más responsable y adecuada.
El coste del ciclo de vida (CCV) es un método de evaluación que incluye todos los costes asociados a un producto o servicio durante toda su vida útil, desde su diseño hasta su eliminación. Este enfoque aporta una visión completa y precisa del coste real de un producto, que va mucho más allá de su precio de compra: no solo contempla los costes financieros, sino también el impacto medioambiental y social, lo que permite tener una perspectiva tridimensional del valor, la calidad y los costes del producto.
Cada fase supone unos costes específicos y plantea retos únicos en materia de gestión de recursos e impacto medioambiental. Desmitificar estas fases permite a las empresas calcular mejor los costes totales asociados a sus equipos, optimizar la gestión de activos y tomar decisiones de compra más informadas.
El proyecto arranca con una idea inicial del producto, seguida de su diseño y desarrollo. Esta fase incluye la fabricación de prototipos, los ensayos y la evaluación de las posibles repercusiones en el medio ambiente.
Una vez diseñado, los clientes (consumidores o empresas) compran el producto. La puesta en marcha consiste en la instalación del producto y la configuración inicial, ambas fases necesarias para garantizar un correcto funcionamiento.
El núcleo del ciclo de vida está en el uso diario del producto. Un mantenimiento regular y posibles mejoras son cruciales para garantizar un rendimiento óptimo y prolongar la vida útil del producto.
Por último, el producto alcanza el final de su ciclo de vida. Esta fase incluye el desmontaje, el reciclaje o la eliminación del producto y, si es necesario, su recuperación o rehabilitación para una segunda vida.
Las distintas fases del ciclo de vida de un producto generan distintos costes que pueden dividirse en dos grandes categorías. La primera engloba los costes directos, que son fácilmente cuantificables y atribuibles al producto en cada fase de su ciclo de vida, y que incluyen:
La segunda categoría se centra en los costes externos, a los que se suele llamar factores externos medioambientales. Estos costes reflejan las repercusiones económicas indirectas del producto en la sociedad y el medio ambiente, que no suelen ser fáciles de medir o cuantificar.
Por ejemplo, las emisiones de gases de efecto invernadero, el consumo de energía y demás emisiones contaminantes que se generan durante el ciclo de vida del producto son costes externos: estos pueden repercutir en el medio ambiente y en los seres humanos de diversas maneras y no siempre quedan reflejados en el precio de compra inicial del producto.
El análisis del coste del ciclo de vida busca integrar estas dos categorías de costes, aportando así una visión más completa y precisa de los gastos asociados a la compra y utilización de un producto. Esta fusión permite valorar el coste real del producto considerando los aspectos financieros, sociales y medioambientales a lo largo de su ciclo de vida. Asimismo, resalta la importancia de tener en cuenta los factores externos medioambientales en la evaluación de costes, un aspecto clave para aquellas empresas que pretendan reducir su huella ecológica y operar de manera más responsable.
El análisis del coste del ciclo de vida es una herramienta de gran valor para calcular el impacto financiero y medioambiental de las distintas opciones de equipos. Permite a las empresas comparar y elegir las alternativas que mejor se adapten a sus objetivos de sostenibilidad, responsabilidad y eficiencia operativa a largo plazo.
El análisis del coste total consiste en evaluar y analizar los costes a lo largo del ciclo de vida de los equipos; además del precio de compra, este análisis contempla los costes de funcionamiento, mantenimiento, actualización y desmontaje. Permite comparar el valor aportado por distintos equipos y determinar cómo pueden evolucionar los costes a largo plazo. Esto impulsa a las empresas a optar por equipos que, aunque al principio puedan resultar más caros, con el tiempo presentan una mejor relación calidad-precio y un menor impacto en el medio ambiente.
Evaluar el impacto en el medio ambiente es fundamental en un contexto como el actual, marcado por la responsabilidad social de las empresas. El índice de impacto medioambiental de Manutan es una herramienta de gran utilidad en este sentido:
Gracias a este índice, las empresas pueden medir las emisiones de gases de efecto invernadero, el consumo de energía y demás parámetros medioambientales, por lo que podrán optar por equipos que reduzcan su impacto negativo en el medio ambiente y la sociedad.
Por ejemplo, la compra de equipos informáticos reacondicionados permite reducir los residuos electrónicos y disminuir el gasto total en equipos informáticos. Este enfoque contempla los principios de la economía circular, que permite a las empresas ahorrar de manera significativa al tiempo que minimizan su huella medioambiental.
A la hora de tomar decisiones de compras, considerar tan solo el precio inicial de un producto o un equipo puede llevar a engaño. Para conocer con precisión cuál es el coste real de un producto, es necesario analizar su coste a lo largo de todo su ciclo de vida; aunque resulte complejo, este planteamiento ofrece infinidad de ventajas estratégicas y operativas.
El análisis del coste del ciclo de vida exige un enfoque metódico y detallado: implica recopilar y evaluar datos fiables y contrastables en cada una de las fases del ciclo de vida del producto, desde el diseño y la fabricación hasta el uso, el mantenimiento y el desmontaje o reciclaje.
El mayor reto consiste en contabilizar los factores externos, sobre todo los que resultan difíciles de expresar en términos financieros, como la pérdida de biodiversidad. Además, es importante contar con modelos y herramientas adecuados para convertir esa información en datos útiles y aplicables.
Analizar el coste del ciclo de vida de un producto o servicio es más que una simple valoración financiera: añade una perspectiva interesante que permite a las empresas desenvolverse con éxito en un mundo en constante evolución. Con este enfoque, podrán disfrutar de numerosas ventajas:
Al integrar el análisis del coste del ciclo de vida en su estrategia de compras, las empresas no solo ahorran, sino que afianzan su posición como agentes responsables en el mercado.
Como socio preferente de las empresas en la gestión optimizada de los recursos, Manutan ofrece un enfoque global para reducir y optimizar el coste del ciclo de vida (CCV) de los equipos. Este planteamiento se enmarca en la perspectiva de responsabilidad social de las empresas (RSE), al tiempo que garantiza un rendimiento económico sostenible.
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