El Lean Management defiende la mejora permanente de los procedimientos para reforzar la productividad de las empresas. Dado que una empresa está formada sobre todo por personas, el Lean Management pretende situar al ser humano en el centro de la gestión. Una preocupación que es más que nunca relevante, ya que el contexto actual hace evolucionar las organizaciones de trabajo.
Aunque se inspiró en el sistema de producción desplegado por las fábricas de Toyota, el concepto de Lean Management se forjó en Estados Unidos. Los estadounidenses James P. Womack, Daniel T. Jones y Daniel Roos, profesores del MIT (Massachussets Institute of Technology) fueron los primeros en presentar una reflexión acertada a través de su exitoso libro “El sistema que cambiará el mundo”, publicado a principios de los años 90.
El Lean Management responde a tres grandes objetivos:
Por último, estos objetivos responden a cuestiones de productividad y pretenden aligerar las organizaciones para hacerlas más eficientes, con vistas a la mejora continua de la calidad. Entre los nuevos protocolos de salud ligados al trabajo presencial en las empresas y el continuo teletrabajo de una parte de la plantilla, el Lean Management se sitúa, por tanto, en el centro de los nuevos retos de las empresas.
Rendimiento también significa medir y dirigir el rendimiento. Por lo tanto, cualquier enfoque Lean debe ir acompañado de indicadores precisos y cuantificables, capaces de identificar las áreas de mejora. Por ejemplo, puede ser importante medir con precisión el tiempo necesario para sacar un nuevo producto al mercado. Pero también puede ser útil para medir el posible aumento de la productividad que puede suponer el teletrabajo, o para determinar cómo el teletrabajo da lugar a nuevas formas de trabajar juntos.
Sin embargo, sería muy arriesgado dejar que estos indicadores -por muy indispensables que sean- se conviertan en el único barómetro del enfoque Lean. El riesgo es acabar con organizaciones normalizadas y estandarizadas, susceptibles de atascarse ante el menor peligro. Tener en cuenta los indicadores de rendimiento es sin duda esencial, pero no debe prescindir del enfoque intangible de la productividad. Al centrarse demasiado en el aumento de la productividad, se corre el riesgo de acabar presionando a los equipos y, en última instancia, de obtener resultados contrarios a los esperados.
También se corre el riesgo de crear un entorno de trabajo rígido y estresante, que deja poco espacio para la autonomía y la innovación. Sea cual sea el entorno de trabajo, ya sea en oficinas, almacenes o en casa, un enfoque demasiado rígido puede provocar la aparición de riesgos psicosociales o la progresión de los TME, los famosos Trastornos Musculoesqueléticos, que pesan mucho en la seguridad y la salud laboral. En este sentido, la gestión Lean es inconcebible sin prestar especial atención a la ergonomía y la disposición de los puestos de trabajo, pero también a la autonomía de los equipos, ya sea en los locales de la empresa o en casa.
De hecho, la democratización del teletrabajo plantea claramente la cuestión de la autonomía de los empleados. También plantea la cuestión de la capacidad de respuesta y la rapidez de ejecución. En caso de imprevistos, los equipos cuyos miembros trabajan a distancia deben ser capaces de reaccionar rápidamente. Esto requiere un esfuerzo constante de adaptación y la capacidad de aprender de los errores anteriores. En este sentido, la creatividad, la flexibilidad y la agilidad están en el centro del enfoque Lean, que tiene todas las de ganar aprovechando la inteligencia colectiva. En este sentido, el reto de los equipos remotos es aprovechar al máximo las herramientas de colaboración que disponen. La implicación y el compromiso están en el centro de la cuestión. La buena noticia es que todos los estudios coinciden en que el compromiso y la productividad de los empleados tienden a aumentar con el teletrabajo.
Cualquiera que sea el entorno de trabajo, ya sea a distancia o en las instalaciones de la empresa, el reto del Lean Management es poner al ser humano en el centro de las organizaciones. No percibirlo como un recurso ajustable, sino como una riqueza inmaterial difícil de cuantificar. Para lograrlo, el enfoque de gestión es obviamente un factor determinante. En particular, puede basarse en los siguientes principios:
– Favorecer un enfoque global
Reducir la empresa a sus simples cuestiones de rentabilidad y productividad no es suficiente. Por el contrario, hay que tener en cuenta todos sus componentes, ya sean económicos, humanos, medioambientales, sociales o societarios.
– Dar sentido a la acción
Para cada uno de nosotros, el significado que damos a nuestras acciones diarias es uno de los principales factores de motivación. Por lo tanto, es esencial que cada uno, a su nivel, tenga claros los objetivos que se le asignan, así como los medios que dispone para alcanzarlos. Esta claridad es esencial para el éxito de la acción colectiva.
– Crear las condiciones para la confianza y el diálogo
Otra fuente esencial de motivación es la valorización de los empleados y el reconocimiento de su trabajo. En lugar de un control excesivo, es preferible la escucha, el diálogo y la confianza.
En definitiva, el Lean Management es ante todo un enfoque humano, inseparable de la noción de bienestar en el trabajo. Este enfoque considera que es el entorno de trabajo el que debe adaptarse al ser humano, y no al revés. En un momento en el que las organizaciones se enfrentan a grandes trastornos, este principio adquiere toda su relevancia.